Primera Compañía

Primera Compañía

Antecedentes Generales

Fecha de Fundación: 8 de Marzo de 1896

Lema: Valor y Trabajo

Especialidad: Salvamento y Rescate

Consecuencia directa del nacimiento del Cuerpo de Bomberos es la formación de la Primera Compañía. Con ella arranca la historia bomberil castreña y por ende la Institución madre y gérmen de las restantes. Por tanto, el Acta de Fundación así como su Directiva Constituyente corresponden a similar situación efectuada a nivel del Directorio General. Los asistentes a la reunión, una vez elegidos los cargos de Oficiales Generales, nombran por votación mayoritaria a los Oficiales de la Primera Compañía mencionados en el capítulo anterior y ello pasan a engrosar las filas primerinas como bomberos voluntarios. Su fecha de creación por consiguiente es la misma del Cuerpo y, el lema que constituyeron para la Primera fue “Valor y Trabajo” que analógicamente correspondió también al de la Institución. La insignia creada y que actualmente es la misma del Cuerpo de Bomberos, es un casco de la época sobre los pitones de 65 m/m dentro de una estrella de cinco puntas, tras esta figura una especie de trapecio en punta con un tramado de líneas convergentes; en la parte superior una leyenda que dice Cuerpo de Bomberos de Castro y en la inferior el lema “Valor y trabajo”; todo este conjunto es rematado rodeándole una figura similar a un eneágono con sus líneas hacia dentro, sostenido por una inscripción externa que indica Fund. 8 de Marzo 1986, dentro de una especie de cinta alargada.

Sabios conceptos estampó en el lema esa generación de bomberos y, con justificada razón pues, como emblema señero orientaba el accionar dificultoso de aquellas épocas. Necesitaban de mucho valor para las horas a ciegas de sacrificio, donde debían templar su espíritu, además de extremar el trabajo con los escasos elementos que contaban, pero sobre todo en la consolidación definitiva de la Primera Compañía.

 El génesis fue como Institución de Salvataje, y a esto correspondía su origen fundamental: “Hachas y Escalas”. Por ello desde sus comienzos hasta la década del 70 siempre se le consideró orientado a dicha función. Sus oficiales y voluntarios se abocaron a perfeccionarse en tales acciones, formando con el transcurrir del tiempo un grupo de excelente nivel, optimizando su accionar durante esta época de sacrificios, donde no disponían de elementos necesarios para combatir el fuego. Con enormes esfuerzos van implementando materiales de trabajo, tales como baldes y las cadenas humanas para extraer el agua de pozos o vertientes, las hachas, palas y bicheros, cuerdas, escaleras y cuñas eran sus herramientas bomberiles, aún no se disponía de elementos técnicos que utilicen la presión de agua como agentes extintor; los ejercicios del rescate de bienes; las reuniones y academias completaban el ciclo vital. Todo esto sumado a la constante colaboración que prestaban las personas cuando asistían a presenciar siniestros o en las habituales que los voluntarios realizaban.

Por ello, el primer incendio en que actuó el Cuerpo de Bomberos a través de la Primera Compañía fue en 1897, al siniestrarse el local del Archivo Judicial de Castro, dándose la alarma con las campanas de la Iglesia, provocando la carrera de los bomberos, trasladando los materiales de trabajo y cumpliendo las órdenes respectivas de sus Oficiales. Esta fue su “prueba de fuego”, demostrando su eficiencia y comprobándose en la práctica la importancia de la Institución que surgía en la historia local. Toda la comunidad se reunió en tal ocasión y los bomberos con aquellos elementos rudimentarios iniciaron así un largo trabajo que se extendía por todo el siglo siguiente. El fuego entonces puso a prueba a los bomberos castreños; el Cuerpo salió airoso de tales contingencias a que fue sometido con la organización y el templen de sus servidores; los habitantes de Castro comprendieron que su voraz enemigo estaba siendo enfrentado por hombres dispuestos a poner un dique a sus estragos.

BOMBEROS Y BOMBAS DE LA PRIMERA COMPAÑÍA EN ACCION

Aproximadamente en el año 1906, el Cuerpo de Bomberos se engalana. Después de 11 años, gran júbilo en nuestra ciudad origina la llegada de la primera “bomba de palanca a tracción humana”, la cual fue donada por el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, quienes la importaron desde Estados Unidos en 1852, construida por Hamenway y Sons; esta máquina había prestado largos y valiosos servicios a la Institución portuaria.

Tal situación demostró la capacidad negociadora, resolutiva, emprendedora y de gestión del Directorio General que comprendió la relevancia de disponer de una máquina que utilizaba agua más otros elementos complementarios, e hizo de esta adquisición bomberil un hecho inédito e histórico, más aún cuando no se conocía este tipo de artilugios, que pasó a servir en la Compañía. Recordemos que el primer vehículo que circuló por las calles castreñas fue recién en el decenio de 1930. 

Era lo más moderno, causando no poca admiración en la comunidad cuando fue desembarcada en chatas desde el navío que la condujo desde Puerto Montt al puerto local. Una auténtica procesión contempló y acompañó a la pequeña bomba al conducirla hasta el cuartel y el orgullo sentido no sólo por los bomberos sino por toda la población local, que veía satisfechos sus anhelos de mayor resguardo, por otra parte, se comprobaba cómo la Institución adquiría mayor relevancia y proyección, su incorporación definitiva inmerso en el característico bautizo y recepción pública con las autoridades civiles y bomberiles fue una auténtica fiesta comunitaria. 

Las características de la maquinaria es de una Bomba a brazos o palanca, fue apodada como “el bombín” por el movimiento de brazos que debían hacer los bomberos ubicados a pares o de a tres en ambos lados de los mangos de madera, unidos a una barra metálica que atravesaba la pieza, para accionarla efectuaban un movimiento uniformado y regular de “sube…baja” con gritos al unísono de “agua…fuego”, alternándose cada tres o cinco minutos porque el bombero con las palancas los agotaba en no más de 15 minutos, debiendo trabajar en turnos, al ritmo de las voces de “agua…fuego”. Con tal acción provocaban una inyección de aire a presión al engranaje interno de unas estructuras tubulares, lo cual derivada en que el agua surgiera con relativa fuerza por su salida anillada de 65 m/m, hacia el clásico pitón con una sola línea de manguera que podía operar en un siniestro. Era un auténtico ariete sobre ruedas que en su costado tenía una entrada de agua donde se le unía un chorizo que instalado en una acequia o pozo surtía a la bomba de agua para proyectarla después con la fuerza manual de los bomberos al pitón. Además estaba equipada con dos ruedas recubiertas de fierro y palillos, conexas a una viga de madera en cuya punta tiene una estructura de fierro símil a una argolla, dicha pieza servía de eje para las ruedas dándoles el giro requerido para su desplazamiento en cualquier dirección. Se suponía que desde allí se amarraban uno o dos caballos para conducirla a mayor velocidad, sin embargo la compañía utilizó voluntarios para este fin, ya que con sólo dos de ellos podías efectuar tal acción sin muchas complicaciones, o sea a tracción humana. También disponía de dos soportes metálicos en la otra sección como apoyo a toda la estructura, en vez de ruedas. Así al detenerse la pequeña bomba para disponerse a operar; se sostenía firmemente evitando vibraciones u otros movimientos, aunque se requería de gran esfuerzo hacerla funcionar.

Sin duda, una máquina siempre y sin mayores complicaciones o elementos técnicos, pero resultaba impactante para los castreños de entonces el verla trabajar. Fue la bomba que concurrió a todos los incendios desde 1906 y, guardamos especiales recuerdos de su accionar en el gran siniestro de Septiembre de 1912, donde casi la mitad de nuestra ciudad pereció consumida por las llamas; allí por más de 20 horas estuvo en funcionamiento, pese a los contratiempos en el abastecimientos de agua más las implicancias de un incendio de grandes proporciones. El pueblo comprobó su accionar en la práctica, valorando así la importancia de contar con esta maquinaria, pese a su antigüedad.

Por primera vez observan las mangueras y el pesado pitón de bronce arrojando agua a muchas distancias en ejercicios o llamados de emergencias, un espectáculo recordado y comentado, sintiéndose el progreso institucional.

Lo anterior implicó un nuevo perfeccionamiento, ya que debieron aprender a usar el nuevo material menos, como eran las mangueras y su acolchado, pitones, uniones, extendidos y todo lo que implica, cumpliendo por tanto una dualidad en la función bomberil, ya que no sólo debían realizar labores en el ámbito de salvataje, sino como Compañía de agua, aunque no era su especialidad, al poseer la bomba a brazos. Por ello, esta última era compartida con la Segunda Compañía, fundada seis años antes de la llegada de dicha máquina, cuya especialidad era precisamente de agua. En este sentido se hace necesario mencionar, según informe del Directorio General que, en el año 1912 las dos primeras Compañías tenían seis directivos y 65 voluntarios, compartiendo la bomba a brazos con sus 500 metros de manguera; iniciando además el sistema de Socios Cooperadores que en ese año arroja una cantidad de $ 7.969,38 de aportes. Antecedentes que permiten comprobar el sacrificio en cada jornada trabajando no sólo con el material de salvataje sino con un solo pitón en el ataque al fuego. Relevante acotar de qué forma comienza una paulatina acción para conseguir ingresos involucrando a la ciudadanía que así participa también pasivamente en la institución, sabia decisión que perdura hasta hoy.

Con la bomba a palanca se laboró hasta la década del 20, combatiendo los incendios. Si pudiera hablar, cómo nos narraría las hazañas del Cuerpo de Bomberos de Castro en las grandes jornadas de acción, junto a la valentía y denuedo de los primerinos. Documentos mencionan que prestó servicios entre 1913-1918 indicándola “bomba mecánica” que disponía de un sistema de bombín. Es paulatinamente marginada del uso, no sólo al ser superada técnicamente por otras máquinas, sino porque no rendía óptimamente ante las nuevas exigencias presentadas, y por otra parte, cumplía su ciclo operativo. Tristeza interna pero, satisfacción por cumplir el rol que se le asignó en Castro. Como política institucional y ante las falencias del material en otros Cuerpos de la Provincia y lo imprescindible de acceder a dichos elementos con prontitud, es que se transfirió la bomba al Cuerpo de Bomberos de Dalcahue, donde sirvió algunas décadas. Estuvo también por años resguardada en dicho cuartel, hasta el decenio de los 80, donde nuevamente es devuelta al Cuerpo de Bomberos de Castro gracias a las gestiones del Directorio General, sumado a la satisfacción del voluntariado y comunidad al verla ingresar nuevamente al sitial de honor de las máquinas tradicionales de nuestra ciudad.

La venerada reliquia de la “bomba a brazos” se encuentra en el patio del Cuartel General, pudiendo ser visitada por el público, siendo la mejor muestra del accionar bomberil de antaño, apreciando sus servicios prestados en una época donde se ponía a prueba el heroico voluntariado con los rudimentarios elementos para defender las vidas y bienes. Fue la máquina que inició la llegada de los futuros carros bombas a nuestra ciudad; gozando de particular estimación entre los bomberos por el querido “bombín”. En el presente se encuentra bajo el cuidado en dependencias de la Tercera Compañía quiénes se esmeran responsablemente por esta reliquia, al ser traspasada a dicha institución.

Durante cinco décadas la Primera Compañía no dispuso de material mayor, sin embargo sus voluntarios proseguían perfeccionándose en los aspectos de salvataje, siendo reconocidos en el trabajo de ganchos, lazos, saltos a la lona y escalas, haciendo tijeras, puentes y otras formas, además prestaban servicios con las bombas de las otras Compañías ante cualquier emergencia. De esta manera, en 1968, el Directorio General adquirió un camión Ford Americano, modelo 67, el cual es asignado a esta Compañía, instalándosele una carrocería especial.

Un verdadero carro portaescalas adaptado y de transporte de personal; se le agregó la famosa campana de bronce que decoraba al Ford A de la Segunda Compañía, por orden superior. En los costados como en la parte superior poseía unas estructuras metálicas similares a un enrejado destinado a la instalación de escalas de diversos tamaños y compartimientos idóneos para guardar los elementos de rescate y que, al mismo tiempo, eran asientos para el traslado de voluntarios en distintas ocasiones. Prestó valiosos servicios al Cuerpo de Bomberos durante más de 20 años; aún se recuerda cómo tras el toque lúgubre de la sirena, esperaba algunos minutos para dirigirse al lugar raudamente trasladando a bomberos de todas las Compañías; el mismo tiempo los primerinos procedían a la instalación de escalas o a usar otros materiales menores requeridos y, por supuesto, laborando en las Compañías de agua cuando lo ameritaba la ocasión, también funcionaba para otros requerimientos especiales, como traslado de carga o enseres; en suma, un camión multiusos. 

Desde 1980 es dependiente de la Comandancia y reubicada en el Cuartel de Castro Alto, donde se localizaba la Sexta Compañía, desde allí el conductor iniciaba su recorrido predeterminado por las calles de la ciudad, recogiendo a los bomberos para asistir al llamado de emergencia, labor que se efectúo hasta principios de los 90 con relativo éxito donde muchos esperaban al vehículo de transporte que, con el ulular de su sirena recogía a los bomberos en cada esquina. A inicios de los años 90, este camión portaescalas fue enajenado de la institución, ante nuevas variables administrativas, técnicas, de operatividad y modernismo.

Transcurren barias décadas sin que la Primera Compañía cuente con material mayor netamente bomberil, hasta el año 1980. En ese entonces una nueva bomba es asignada al Cuerpo de Bomberos, entregada por el Gobernador de la época, siendo intermediaria la Junta Coordinadora Nacional de Bomberos de Chile. Un carro bomba francés, marca Berliet Camiva, petrolero, lo más moderno en su tipo no sólo técnicamente sino en infraestructura incorporada, quedándose a cargo de la Primera Compañía, cuyos voluntarios comprobaban orgullosos cómo esta máquina se incorpora al accionar institucional. Durante nueve años fue la bomba que acompañó a los primeros en todo tipo de actividades, especialmente en los incendios de esa década, demostrando la importancia de los adelantos técnicos vehiculares; por otra parte exigió de los integrantes prepararse como Compañía de Agua con las consecuencias que implica, perfilándolos en otra función de la original. Al material menor de trabajo de la Compañía se le asignó un color de reconocimiento identificatorio, el naranjo, correspondiéndole por sorteo. De esta manera se diferenciaban al pintarse acordemente con este color en las partes más vistosas.

Desde el año 1989, fecha en que la Primera Compañía es declarada en receso, la bomba Berliet es asignada a la Tercera Compañía, donde actualmente sirve para beneficio local.

Así transcurre la historia del material mayor de la Primer Compañía, que se inició en 1906, cuyos voluntarios demostraron en todas las épocas su espíritu de servicio a la comunidad a través de las máquinas pertenecientes a sus filas.

ASPECTOS RELEVANTE DE LA VIDA INSTITUCIONAL PRIMERINA

Desde una visión del presente podemos comprender los sacrificios de aquellos bomberos fundadores. Este contingente inicial fue lentamente aumentando, producto del colectivo de voluntades unidas por el espíritu de servicio y sentimiento ciudadano. Tantos nombres de castreños que rememorar, integrantes de sus filas, muchos de ellos durante más de 30 años dirigieron la institución y destacaron ocupando cargos a nivel del Directorio, prestigiando al Cuerpo de Bomberos como asimismo a la Primera Compañía ante la comunidad local. Fueron y son parte fundamental de la historia bomberil por más de 90 años, inmersa en la historia cotidiana de Castro y basamento desde donde irrumpe el valor de la tradición institucional. 

En los decenios iniciales es precisar acotar que el perfil de sus componentes lo constituía gran parte de la sociedad acomodada, con tendencia conservadora; al transcurrir el tiempo se integran numerosos obreros, forman una agrupación armónica y consolidada, fueron los años de mayor desarrollo y logros. Empero, presentó una serie de altibajos desde los años 40 durante su desarrollo como Compañía, ante dificultades administrativas, ejecutivas y de relaciones internas que derivaron en su reorganización en más de una oportunidad, donde muchos voluntarios de otras compañías debieron ser destinados en comisión de servicio durante meses ante la inquietud del Directorio para resguardar la integridad de la Primera Compañía y continuar su ritmo evolutivo. Algunos pasan a engrosar sus filas definitivamente. Una de las últimas reorganizaciones fue en 1972-1973. Mencionamos además que en las últimas cinco décadas presentó una marcada tendencia de voluntarios netamente proletarios, quienes dieron un nuevo giro a la Compañía, pero pese a todos sus nobles esfuerzos en los últimos decenios no lograron la consolidación en varios aspectos que requería la Institución. El ciclo irregular, con altibajos conllevó en 1989 al Directorio General a declararla en receso, en el buen sentido de la palabra, a fin de racionalizar el servicio, optimizando lo organización. Sus bomberos nueve activos debieron ser transferidos a otras Compañías donde continúan sirviendo, efectuándose por tanto el protocolo de entrega de documentos, de material mayor y menor. La bomba Berliet es asignada a la Tercera Compañía y toda la infraestructura disponibles de su sala, más la documentación son guardadas para el renacer próximo de la Compañía. Años de historia que deben revalorizarse con el resurgimiento futuro de la Primera.

En esta trayectoria son tantos los hechos a recordar que sería largo enumerarlos, sin embargo siempre existen hitos que traspasan el tiempo.

Su primer cuartel se localizaba en el mismo lugar que hoy alberga al Cuartel Central del Cuerpo de Bomberos, la actual sala de máquinas, construcción de madera de dos pisos y amplias salas, a la que se le agregó una campana como sistema de alarma. Dependencias compartidas con la Segunda Compañía y, ya entre los años 1910-1911 se le utilizaba como centro social y salón de baile, obteniendo ingresos, tan necesarios ambas instituciones. 

En ese entonces (1912) el Gobierno se preocupaba de los bomberos castreños aportando $ 3.000 de recurso fiscal, insuficientes, pero ayuda muy necesaria, pues los gastos de la institución ascendían a $ 10.969,38. El valor estimado del cuartel era de $ 30.000,00 y el material $ 11.750,00. Datos importantes para darse una idea del espíritu laboral del antaño. En mayo de 1943, producto del inicio de la pavimentación en Castro, el Comandante de ese entonces informa a la autoridad municipal que el Cuerpo de Bomberos invirtió más de $ 5.000 para bajar el piso de concreto del cuartel de la Primera Compañía, que era además Cuartel Central, y el único a partir de entonces con radier para una mejor operatividad. Este local hasta 1950 fue el Cuartel Central avaluado en $ 130.000, rol 211, localizado en Plaza Prats s/n, desde esa fecha fue arrendado al Liceo de Castro, ocupándose un nuevo Cuartel, ubicado en calle Balmaceda con Aldunate.

En la década del 50, el cuartel, edificado con material ligero y muy antiguo, estaba ruinoso, según los documentos, se ubicaba en calle Balmaceda, y era compartido con la Cuarta Compañía, local en que se mantuvieron hasta los años 60, para luego trasladarse hasta el Cuartel Central actual frente a la Plaza de Armas en el decenio del 70, lugar definitivo de asentamiento con su sala de sesiones en el primer piso. Construcción moderna, realizada en 1970, donde residen también otras Compañías.

Referente a sus uniformes, mencionamos que al fundarse la Compañía carecían de ellos, sin embargo a los pocos años se equipan con cascos de desfile tipo prusiano, algunos dados de baja por el Ejército y otros donados por Compañías de otros Cuerpos. Eran de estructura alta, redondeados en su sección de las alas frontal y posterior, decorados con huinchas de bronce que lo circundaban; resaltaba el número “uno” del mismo metal que iba añadido al casco sin cucarda. Los oficiales usaban una placa de bronce agregada sobre el número como distintivo del cargo que ocupaban, algunos tenían un estrellado con el número y una especie de bonete metálico puntiagudo que terminaba en óvalo, sobre el casco. 

Las cotonas o casacas de trabajo eran negras, confeccionadas de cuero, y el cinturón del mismo material se enganchaba con una hebilla broche en forma de “s”, estos atuendos completaban la indumentaria.

El uniforme de parada se utilizó transcurridos algunos decenios, ya que sólo en la década del 20 se usaron dichos trajes a nivel general, incluso en fotografías de la época del 50 desfilaban aún con las cotonas de trabajo, cinturón y un pantalón blanco, mientras otros lo hacían con uniformes, esto reflejaba la escasez de dichos elementos, acotamos que las dos primeras Compañías usaban guerreras de parada con bocacuello color azul intenso, aportadas también por las Fuerzas Armadas al cumplir su ciclo de uso, aún en excelente estado. Se abrochaban ajustándolas desde el propio cuello y eran largas, de color prusiano, con bocamangas rojizas, se complementaban con un cinturón negro y hebilla cuadrada de bronce, también habían blancas; algunos oficiales le agregaban una banda de tela blanca con un sello rojo y flecos al término de ella, que se amarraba al cinturón. También usaban charreteras de género cosidas a las mangas con cintas indicativas del grado del oficial, importante es acotar que en los primeros 50 años ambas compañías utilizaban los mismos uniformes; cambiando sólo el número de los cascos.

En el mes de junio de 1967, mediante campaña de fondos, adquieren vía compra los cascos antiguos de la Segunda Compañía al renovar por otro modelo dicha agrupación, ya que los primeros usaban igual tipo, conservando así la tradición fundacional y siendo la única Compañía con ese casco característico.

Al transcurrir el tiempo y ya en los decenios 70 la Primera continuó usando cascos del mismo modelo en la labor bomberil, agregándoles una cucarda a los oficiales, pintada de blanco junto al número estrellado de bronce, sobre ella el cargo respectivo; por su parte, los voluntarios utilizaban los clásicos cascos de antaño son variación alguna que eran muy apreciados y de hermosa forma. En los años 80 reemplazaban sus cascos tradicionales por los de tipo americano, justamente al tener bajo su dependencia un nuevo carro bomba; así todo el Cuerpo dispuso de un mismo casco de uniforme.

La característica guerrera de parada que identificó a los primerinos fue de color celeste oscuro, confeccionada en los años 60, sin bocacuello, con solapas similares a un vestón, charreteras de género para oficiales, incorporadas a las mangas, botones dorados y dos bolsillos frontales simulados recubiertos con tapa completaban el uniforme, al que se añadía pantalón y camisa blanca, corbata y zapatos negros, prendas que utiliza toda la institución actualmente, sumado al cinturón con hebilla de bronce y el número sobre la hebilla, con dicha indumentaria se lucían en todo tipo de actos donde se presentaban. En el decenio de 1980 se reemplaza la guerrera por una de color rojo, común a todo el personal del Cuerpo de Bomberos de Castro.

Cualquier institución siempre recuerda a aquéllos que dando tiempo a sus vidas destacaron cumpliendo con el deber autoimpuesto y reforzando a su Compañía. Son muchos los bomberos que sirvieron largos años, cuyo accionar marcó un período relevante traspasando el tiempo, siendo ejemplo para las nuevas generaciones de voluntarios. Hombres a rememorar en la historia bomberil castreña de los decenios iniciales del presente siglo. Por ello, es preciso mencionarlos como testimonio predominante en el Cuerpo de Bomberos, importante acotar que la Primera siempre mantuvo como característica a lo largo de su historia la incorporación de grupos familiares cuyos apellidos son repetitivos en el tiempo; esto le otorgaba una tradición familiar envidiable y riquísima porque así se siente con mayor profusión a la Compañía: Calixto, Haro, Santana y Gómez son algunos de ellos.

De esta manera en el año 1918, bomberos de la Primera y Segunda Compañía integran el Directorio General que, en ese entonces se constituía de la siguiente manera:

Superintendente: Fian Arentsen Nielsen.

1º Comandante: Augusto Andrade Barrientos.

2º Comandante: David Barrientos Barrientos.

Tesorero: Juan Barrientos Barrientos.

Secretario: Ciro Oberreuter González.

Esta misma situación se repiten en 1922; el Directorio del Cuerpo de Bomberos se integraba como sigue: Manuel García Gómez; Juan Barrientos Barrientos; Leonidas del Canto Medan; Ignacio Díaz Oyarzún; Guillermo Haro Bonilla; Luis Cordero Pérez y Augusto Andrade Barrientos.

 

Nombres que hicieron historia no sólo en la Compañía sino engrandeciendo a todo el Cuerpo, en esta trayectoria de 10 décadas descollaron también otros bomberos, los primerinos recuerdan a su estimado Capitán de los años 70 Alejandro Rodas Silva, apodado “Don Cato”, quien pese a formarse en la Segunda Compañía fue destinado en comisión en una de las últimas reorganizaciones de la Primera Compañía, sintiéndola como suya, dejando lecciones imborrables y esforzándose en consolidarla, su activo Director del año 1935 don Adolfo Morales Ulloa, quien por su desempeño eficiente aún continuaba en 1946, y en 1961 ocupó el cargo de Tesorero; Zoilo Gómez Muñoz, recordado bombero, Capitán del decenio 50, Ayudante General y Director en 1959 quien junto a Roberto Calixto, bombero abnegado, construían escalas de avellano, les decían “los escaleros”, y aportaban sacrificio y estimación a su Compañía; Santiago Haro Muñoz, su Capitán en 1951 y Secretario General en 1944; Raúl Godoy, Capitán en 1957, por nombrar algunos. Derivado de una reestructuración el año 1961, forman una directiva que mantuvo una labor eficiente, algunos provenientes de otras Compañías que cooperaban con la Institución hermana, tenemos al Director; Jorge Barrientos B.; Capitán: Roberto Calixto Calixto; Teniente 1º Carlos miranda H.; Teniente 2º Guillermo Nauto Bahamondes; Teniente 3º Marmaduque Santana Vargas; Secretario, René Macías O.; Tesorero, Adolfo Morales Ulloa y Ayudante, Amado Calixto S.

 

Muchos bomberos marcaron hitos en el desempeño de su labor, recordar a todos los que engrosaron sus filas es ardua tarea, por ello es imprescindible rememorar aspectos donde globalmente destacaron. Así con fecha 16 de enero de 1952, los Capitanes de la Primera y Segunda Compañías solicitan a la Comandancia la entrega de trofeos ganados en competencias el Domingo 30 de Diciembre “…por haber sido ganadores de ellos, según propia declaración del Sr. Comandante y de los cronometradores, hechas públicamente…”, en dicha actividad los voluntarios primerinos se esmeraron por conseguir tal meta, dirigidos por su Capitán Zoilo Gómez. En ese mismo año ambas Compañías trazaron un plan de trabajo de reconocimiento y ejercicio en sectores difíciles de laborar con agua, así en distintos barrios poblacionales practican ejercicios combinados, especialmente en Avenida Pedro Montt, donde frecuentes incendios la afectaban, trabajando desde el pozo de El Tejar hacia ambas direcciones, preparaciones todas previniendo cualquier anomalía.

Interesante mencionar que en septiembre de 1956 la Comandancia evacúa un informe de material de trabajo de la Compañía: “…4 escalas de ciprés con varilla de fierro delgada, una de 5 y medio de largo en regular estado y las otras de 4 metros en buen estado; 4 hachas de mano; 4 ganchos en buen estado para derribar tejados o aleros, y 2 fuera de servicio; 4 baldes de primeros auxilios en regular conservación. Todo este material está a cargo de la 1º Compañía, a la cual es de urgente necesidad dotarla de un carro bomba con todos sus elementos necesarios, porque no es posible que en una ciudad de la importancia de Castro, usemos todavía utensilios que se usaron en la Colonia…”, comentarios explícitos indicativos de la situación en que se laboraba, durante ese entonces la Primera numeraba  18 voluntarios activos y cuatro honorarios que, a pesar de todo, continuaban esforzándose en el servicio público bomberil.

Con esta 28 de diciembre de 1956, en virtud del traspaso del mando, el Sr. Superintendente Demetrio Cárdenas Velásquez, en su discurso ante las autoridades, al cumplir 60 años de vida institucional mencionaba que se debía prestar una “…atención preferencial a la Compañía fundadora del Cuerpo, como es la Primera, equipándola de los elementos necesarios para desempeñar con fidelidad y prontitud su noble labor de Hachas y Escalas. Y os pido señores Autoridades y pueblo en general, para esta madre Compañía, que está compuesta por hombres aguerridos, fogueados y de honda extracción popular, que empapados en el sudor proletario de su digna vestimenta de rojo y azul, le están entregando a la sociedad lo mejor de su esfuerzo, sin recibir otra recompensa que una sonrisa de gratitud, y aún una mueca de ironía que también las reciben con paciencia franciscana…”. Palabras elocuentes ante la falta de medios con que se combatían los incendios, más el deseo de reforzar, consolidar y estructurar a la Compañía sólidamente por ser ésta la precursora en Castro.

Paralelo a las actividades bomberiles, se debía financiar, a fin de obtener los preciados recursos, durante toda la década del 50 aquellas Fiestas Patrias de entonces eran el nexo adecuado, y los beneficios para adquirir material de trabajo se efectuaban en distintos sectores de la ciudad. A la Primera Compañía le correspondía realizar su fonda y baile social en calle Lillo, ese lugar se constituyó por años en lugar de convivencia. Transcurridos los tiempos otras formas de financiarse surgen: campeonatos de truco, brisca y múltiples beneficios completaban el accionar.

Durante los años 60 y 70 fueron muchos los bomberos que desde sus variados quehaceres y cargos se destacaron en la Compañía. Obtienen Diplomas de Honor por el 3º lugar en asistencia el año 1969. En este tiempo diseñan una insignia que sería la oficial. Tiene como elementos un número “uno” de proporciones, color rojo, con ribetes naranjas que limitan todo el esquema, se superpone un círculo de ribetes azules y rojos en la mitad del número con una escala diagonal y un hacha entrecruzada, sobre él un casco francés de costado, rodeado de laureles verdes hasta la mitad de la circunferencia, a ambos lados en la sección inferior del número se extienden alas retocadas con colores naranjo y blanco, la insignia en su parte superior dice “Fdo. 8.3.1986” con letras azules y bajo las alas y del número el lema: “Valor y Trabajo”.

El estandarte primerino, ideado en las últimas décadas con basamentos del origen es una bandera con fondo azul y ribetes dorados con flecos, al centro un escudo color blanco atravesado por un número “1” de proporciones, con líneas negras como contorno, manteniéndose el fondo, en la parte superior subiendo el escudo lo adornan lenguas de fuego rojizas y sobre ellas dice: “Cuerpo de Bomberos” y en la superior, el lema “Valor y Trabajo”, con la fecha fundación: 8 Marzo 1986”.

Relevante es mencionar que en aquellas fechas eran los especialistas en el uso y manejo de elementos de salvataje, especialmente en las presentaciones durante la semana castreña, por ello, creemos que su hito más recordado fue en una Fiesta de la Primavera el 27 de octubre de 1974, donde realizan toda una labor de movimiento de escalas en la presentación pública en el estadio Municipal, colmado de asistentes. Había voluntarios expertos en estas lides no sólo en ejercicios sino en incendios o catástrofes, un auténtico grupo de especialidades que destacó en aquel período, también rememoramos el año 1976 al producirse el derrumbe de una casa palafito de varios pisos, una enorme estructura de madera localizada en calle Pedro Aguirre Cerda, allí rescataron víctimas y removieron escombros, descollando en el trabajo con los elementos de ejercicios bomberiles, demostrando la efectividad de sus antiguos bomberos con larga experiencia en estas situaciones.

Especiales recuerdos surgen del terremoto del 60, quizás la mejor demostración de su servicio en el salvataje, durante más de dos meses estuvieron laborando con su material menor, derribando muros, tapias y frontis de casas que peligrosamente se sostenían, usando escalas, ganchos y bicheros para remoción, en suma desplegaron toda su infraestructura en beneficio ciudadano, aparte de cumplir con turnos resguardando los sectores vecinales. A fines de los años 60 organizan una Brigada Femenina, que colabora en diversas tareas junto a los bomberos, los iniciadores en este tipo de organización y, también crean un “Himno Institucional” que rescata en la letra lo mejor de las tradiciones primerinas, también hubo gran apoyo de damas, valiosísimo en actividades efectuadas y que se disgregó al crearse institucionalmente a nivel general el Comité de Damas del Cuerpo.

En los decenios del 70 y 80, la Primera Compañía continuó su accionar, traspasando su servicio de salvataje y de labores, a fines de la primera década, a un servicio de agua implicando además la operatividad con el nuevo carro bomba asignado. Al igual como las otras Compañías participa en todas las labores inherentes al quehacer institucional, reuniones, desfile, campañas del sobre, aniversarios, academias, ejercicios y otras, como así mismo prestando su relevante labor en amagos, incendios y otras desgracias que afectaron a la ciudad, cumpliendo un doble rol, salvataje especialmente en el manejo de escalas, ganchos, cuerdas y, de agua con todo lo que implica, en este último decenio de función con nuevos contingentes de bomberos y algunos antiguos que reforzaban la acción cumplieron su ciclo que se cerró en el año 1989, perfilándolos en otro contexto. Destacamos a valiosos voluntarios en estas décadas; Julio Sánchez, su último Capitán, Víctor Ulloa Panichini, Director el año 1989; Juan Muñoz nahuelneri; Guillermo Mansilla Vargas; Osvaldo Mansilla Mohol; Hernán Ruiz Ruiz; Oliver Quelín Quelín; Julio Sepúlveda Marín; Manuel Álvarez Vera; Francisco Álvarez Vera; padre e hijo primerinos; Audilio Guenel Bórquez, voluntario de tantas jornadas que cumplía también labores reparando los cascos en sus huinchas y armazones de cuero, Francisco Ojeda y Ricardo Márquez Márquez constituyen todas una selección entre tantos otros primerinos.

 

En la historia de toda institución existen hechos y símbolos que la identifican con el tiempo, reflexión necesaria para mencionar que desde 1989 la Primera Compañía se encuentra en receso, situación inédita en el concierto de la institución, más cuando se trata de la Compañía que creó la entidad bomberil en Castro, sin duda un símbolo organizacional, por ello, la Primera renació con las nuevas propuestas del Directorio General y se iniciaron relevantes acciones para ello, estructurándose una nueva etapa para dichas instancia, recogiendo así los voluntarios la rica tradición de la Primera, fundadora del Cuerpo. Con la creación de la Unidad de Rescate Vehicular, un nuevo estamento del Cuerpo de Bomberos de Castro, se restituye por derivación la Compañía que definitivamente continúa perpetuando la memoria de aquellos hombres que tuvieron la visión creativa de fundar una institución de servicio comunitario justamente cuando se cumple el centenario de este Cuerpo en nuestra ciudad chilota.

Así, la Primera continúa su accionar con nuevos enfoques bomberiles para el beneficio y orgullo comunitario, vanguardia de sus seis Compañías hermanas que fueron naciendo con el correr del tiempo en Castro.

 

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