Cuarta Compañía
Antecedentes Generales
Fecha de Fundación: 11 de Junio de 1933
Lema: Cooperación y Superación
Especialidad: Agua y Rescate Vehicular
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join our fire departmentLa década del 30 fue para Castro de malos recuerdos. Desde sus inicios como ciudad el problema incendiario era constante, y la población urbana junto a las construcciones de material ligero iban en aumento. A modo de ejemplo el censo de 1930 anotaba 3.181 habitantes y en 1940 se registran 5.049 personas, esto permite establecer una aproximación de la cantidad de habitantes que pululaban por sus calles.
Importante es acotar que si calculamos el promedio de aquellas cifras, obtendremos en número aproximado de pobladores que vivían en nuestra ciudad durante la creación de la Cuarta Compañía.
Por otra parte, la mayor extensión que fue adquiriendo el área urbana hizo necesario formar nuevas Compañías que vinieran a reforzar la labor de las existentes. Mencionamos que durante ese decenio la proyección social se concentraba en calles Blanco, Lillo, Pedro Montt y Pedro Aguirre Cerda, un auténtico núcleo poblacional en torno al cual prácticamente giraba todo el acontecer cotidiano. Era el auténtico centro local ya que los vapores y el tren tenían allí sus terminales; por lo tanto un mundo bullente en constante crecimiento se cernía día a día, social y comercialmente este característico barrio estaba circunscrito por precisos límites vecinales y permitía un fuerte dinamismo urbano. En esos años el hinterland de Castro surgía en los sectores adyacentes al puerto. Este barrio populoso presentaba además como característica construcciones pareadas de madera, caserones grandes de bellas formas, palafitos de enormes dimensiones, que incluso se internaban en el mar, formando auténticas calles sobre pilotes; en suma viviendas, habitaciones y casas comerciales formaban una particular aglomeración urbana. Como las tres Compañías concentraban sus cuarteles en los alrededores de la plaza, la eficiencia bomberil se retardaba, considerando que el material mayor no era el más idóneo, máxime cuando la distancia a estos sectores bajos de Castro y la empinada calle Blanco eran obstáculos que impedían un mejor accionar y ya se habían comprobado los efectos desastrosos cuando existía alguna emergencia. La conciencia de la prevención y. los factores anteriormente expuestos fueron las variables que permitieron a un destacado grupo de vecinos del sector puerto fundar otra Compañía, que descentralizaría la actividad bomberil y con visión futurista ubicar cuarteles de bombas en lugares estratégicos que contribuirían al óptimo desempeño de los voluntarios en defender vidas y bienes precisamente en un sector que lo requería desde hacía muchos años.
Era una necesidad sentida e iniciativa futurista de aquellos vecinos que más que nunca requerían de tal logro ante los incendios que permanentemente azotaban construcciones de tal sector, especialmente en los comienzos de los años treinta. Así, la nueva Compañía comenzaría la vida pública sirviendo a los vecinos, puntualmente en el sector puerto, ya que continuamente eran alertados por los toques de sirena anunciando un siniestro en sus hogares. Existía una profunda preocupación a nivel bomberil, por ello se acogieron con beneplácito las buenas noticias y las proposiciones escritas por distinguidos hombres. De esta forma el Directorio General autorizaría la creación de la Cuarta Compañía, permitiendo entonces resolver las peticiones de tan selecto grupo de personas, que resguardarían el perímetro de las calles indicadas.
Se conversaba y analizaba en diversas casas; el entusiasmo se irradiaba, máxime que prácticamente toda la comunidad apoyaba esta resolución. Llegó el esperado día, decidiendo reunirse en la casa del próspero comerciante Vicente Barría Barría, donde hoy se localiza la plazuela de juegos del sector aquel miércoles 11 de junio de 1933. Eran las 11:00 horas de la mañana, en plena calle Lillo, en el amplio salón, más de 20 personas selectas cuyos objetivos estaban muy claros y la finalidad concreta de estructurar una organización voluntaria al servicio de la comunidad. Aquel día inolvidable sesionaron hasta las 14:00 horas, después de fructíferos comentarios y enriquecedoras conclusiones, deciden fundar la Cuarta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Castro. Escogiendo como lema “Cooperación y Superación” emblema de proyección que guiaría las acciones de la nueva y emprendedora Compañía. Proceden a efectuar la elección de los cargos que conformarán el Directorio de la institución, siendo designado para la primera Directiva de los cuartinos las siguientes personas:
DIRECTOR: Vicente Barría Barría.
CAPITAN: Atilio García Alderete.
TENIENTE 1°: Francisco Sánchez Vidal.
TENIENTE 2°: Francisco Piñeiro Prieto.
SECRETARIO: Juan Barrientos González.
TESORERO: Demetrio Cárdenas Velásquez.
Todos los vecinos del mismo sector y éntrelos voluntarios asistentes que engrosarían las filas de la nobel institución destacaban: Augusto Van Der Steld Olavarría; Alberto García Alderete; José García Mercado; Eduardo Ballesteros Muñoz; Daniel Miranda Oyarzo; Antonio Sánchez Vidal; José Ballesteros Muñoz; Alvino Radich Pitola; Atilio García; por mencionar aquellos que recuerda la historia cotidiana. Hoy, José Ballesteros Muñoz es el voluntario fundador que representa a todos aquellos hombres visionarios que con tanto ímpetu se empeñaron en dar nacimiento a la nueva Compañía; un orgullo para el Cuerpo de Bomberos castreño es contar con dicho fundador. Entre tantos acuerdos, el Director agradece a los bomberos por la confianza a la Directiva, instándolos al esfuerzo, sacrificio, colaboración y todo lo que implica la organización de una institución bomberil. La primera actividad administrativa fue comunicar al Directorio General la fundación de la Cuarta Compañía; documento oficial aceptado con gran satisfacción y regocijo pues el Cuerpo de Bomberos se engrandecería, otorgando mayor macicez a su accionar; a contar de la misma fecha de su creación es aceptada la Compañía, pasando a integrarse al Cuerpo de Bomberos con todas las formalidades respectivas.
Se dio cuenta a la Asamblea de las obligaciones y deberes de los voluntarios y oficialidad: reuniones, academias, desfiles, guardias, siniestros y otros aspectos. El Capitán se reunió con los oficiales programando y coordinando academias y ejercicios generales que dispone la Comandancia del Cuerpo de Bomberos, solicitando la realización de diversas actividades bomberiles a fin de que con prontitud adquieran los conocimientos teóricos y prácticos ante cualquier emergencia. Sin duda, sabias enseñanzas, considerando además los constantes incendios del sector, por ello eligieron constituirse como Compañía de Agua, e iniciaron inmediatamente dicha labor especializada y se integraron en los primeros meses con las otras Compañías para un mejor desempeño, junto al continuo entrenamiento de sus miembros en tal rubro, consolidando un excelente equipo tras breve tiempo.
Así, enormes alegrías para la ciudad y principalmente en los sectores del puerto, al saberse oficialmente la noticia y, más aún para sus propios integrantes que sintieron el gran respaldo comunitario. Con que satisfacción concluyó la histórica reunión, Castro contaba con otra Compañía. Se iniciaba en la historia el accionar de la Cuarta Compañía.
Sus primeras iniciativas estuvieron centradas en lograr la infraestructura no sólo en cuanto a material menor, en un decenio donde el Cuerpo de Bomberos carecía de muchos elementos vitales y mínimos recursos, sino también de un lugar idóneo y acorde para reunirse, en suma una casa que los cobijara y sirviera de cuartel. Es así como el primer recinto donde desarrollaron su accionar fue en la propia casa de don Vicente Barría Barría, allí durante tres años estuvo el centro activo cuartino; demostrando de paso el cariño, estimación y humanismo de tan visionario fundador, que incluso hasta 1935 continuaba siendo Director. Más tarde en 1936 don Atilio García Alderete que vivía al costado de la Estación de Ferrocarriles del Estado facilitó un sitio para construir un Cuartel; qué enorme solidaridad demostraba su Capitán con esta naciente institución. Con tal propiedad comenzaron el enorme esfuerzo de construir, sumando el aporte comunitario y es así como en pocos meses con profunda satisfacción inauguraban su primer Cuartel. Era de madera, con amplias salas para reuniones y ventanales, estaba localizado entre la calle Barros Arana y Avenida Pedro Montt, ubicación estratégica al estar en el centro del perímetro urbano que debían abarcar y defender. En el año 1938 estaba avaluado en $ 14.800. Este lugar se convirtió en un activo entorno social y de gran trascendencia para la acción bomberil que debían desplegar.
Sin embargo, poco tiempo pudieron gozar de dicho Cuartel, pues el dantesco incendio del año 36 que destruyó las tres cuartas partes de la ciudad y todo el sector puerto, arrasó con el mencionado local destruyéndolo totalmente. Infausto hecho que sorprendió a los cuartinos a los pocos años de fundación, destruyendo el cuartel que con tanto esfuerzo y sacrificio habían construido. Sin embargo este traspié ni amilanó. Sus integrantes continuaron por la senda del progreso y al venderse la propiedad del puerto para adquirir nuevos materiales, en los años siguientes, a consecuencia del crecimiento de la ciudad son trasladados al nuevo Cuartel del centro de la ciudad y, en los años 50 a pesar de encontrarse en malas condiciones materiales, lo compartían con la Primera Compañía que los cobija hasta hoy, en la intersección de calle Balmaceda con Aldunate, segundo Cuartel de Cuerpo de Bomberos. Importante es reconocer que al cambiarse al sector plaza se produce un inevitable desarraigo, porque estaban identificados con el barrio del puerto, allí estaba su morada vital de desarrollo y existía la necesaria conjunción con la comunidad, aparte de le excelente ubicación para descentralizar Compañías. Sin duda, un planteamiento que debería retomarse algún día.
Durante sus comienzos el trabajo bomberil siempre fue dificultoso, más aun considerando los recursos paupérrimos a nivel general. Por ello independiente de los fondos solicitados a los vecinos del puerto para adquirir los elementos mínimos, las otras Compañías tuvieron que destinar material menor y uniforme de trabajo a fin de complementar a la Cuarta Compañía, como asimismo por sus propios medios consiguieron otras donaciones para la compra de la indumentaria respectiva. El mando administrativo tuvo que realizar ingentes esfuerzos con estimulante actividad de gestión, principalmente en los primeros años, cuando hacía falta de todo; así, las campañas de socios cooperadores, los bailes sociales, las ramadas, las rifas y otras actividades eran permanentes para lograr las metas propuestas. A modo de ejemplo ya en los años 1934 y 1935 organizaban ramadas para las Fiestas Patrias.
Una vez que tuvieron el local para reuniones en casa de su primer Director, se abocaron a uniformarse. Al principio su uniforme de trabajo era una chaqueta de cuero negro, corta, y los consabidos cascos prusianos y franceses que el Ejército donó a los bomberos castreños, agregándoles un número 4 de bronce, rodeado de un estrellado del mismo material al frente de dichos cascos sin cucarda. Estos poseían una característica singular, en el caso de esta Compañía presentaba una especie de bonete alargado rectangular sobre la cubierta que remataba desde la sección posterior hasta el inicio del estrellado, similar al casco cosaco. Muchas de estas prendas tuvieron que adquirirlas al no disponer el Cuerpo de Bomberos de suficientes para todo el personal cuartino; algunos usaban un cinturón blanco de cuero que se enganchaba con broches en forma de “S”.
Con tal indumentaria transcurres sus años iniciales y así desfilaron orgullosos durante su primera presentación de Fiestas Patrias, como asimismo en los llamados de emergencia y otras actividades que requerían usar uniforme. Acotamos que para la celebración de sus primeros aniversarios, cumpliendo uno o tres años de vida al servicio público, aparte de los consabidos discursos, reuniones y festejos, en el aspecto de infraestructura tenían grandes logros con no pocos elementos, tales como: cuartel, vestimenta, terreno, material menor t trámites avanzados para obtener una bomba, sumado a la identificación con el sector vecinal que los apoyaban fervientemente, no sólo en los fondos monetarios sino en el aporte de entusiastas contingentes de jóvenes que ingresaban a sus filas.
Con gran orgullo se presentaban a desfiles con aquel primer uniforme de parada por los años 30 y 40. Era una casaca azul marino con cuello militar, puños rojos, también proveniente de las Fuerzas Armadas; manteniendo los cascos. Ya en la década del 50 dicha prenda de desfile es renovada con otros elementos. Así, la vestimenta oficial de parada de la Cuarta Compañía fue la guerrera azul marino con bocamangas y bocacuellos rojos, botones dorados, charreteras de bronce y se constituyó en la única y exclusiva institución que utilizó terciados de cuero blanco que decoraban la casaca, pantalón y cinturón blanco con broche, resaltaba el número 4, y el casco, esta vez modelo francés, al que se le agregó una huincha de metal que lo rodeaba en su base. Prendas representativas de los cuartinos en todas las ceremonias bomberiles. Como ya hemos indicado, hasta principios de los 80 era el clásico uniforme, empero hoy la actual casaca es roja y el casco tipo americano que usan todos los bomberos castreños.
Importante es indicar que el uniforme de trabajo fue renovado en los años 70, reemplazando las casacas de cuero por otras grises aluminizadas, modelo japonés, siendo la única Compañía que cuenta con dichas cotonas.
Una pléyade de relevantes cuartinos han aportado bajo diversos ámbitos al Directorio General, incluso recién formada la Compañía. Históricamente sus mejores hombres integraron y cumplieron un eficiente servicio público, ellos ya forman parte de la historia del Cuerpo de Bomberos reflejando las notables tradiciones de la Cuarta Compañía. Entre tantos voluntarios destacados de las primeras décadas podemos mencionar a Eduardo Ballesteros Muñoz, quien ocupó varios cargos hasta ser elegido Superintendente en los años 1961 y 1962, además fue Director en 1946 y durante largos años hasta 1960; Francisco Prieto, destacado Comandante, es recordado por su rectitud y sapiencia, en 1959 y 1961 y en años anteriores fue 2° Comandante, aparte de haber sido un excelente oficial; Augusto Der Steld Olavarría, notable Teniente y Capitán, quien en 1943 fue Comandante y en 1944, 2° Comandante; esta trilogía de nombres tiene en común que fueron todos fundadores de la Compañía.
Los decenios del 30 y 40 fueron de importantes logros, entre ellos puntualizamos su destacado estandarte, con fondo azul y dos laureles verdes que delimitan un número 4, como símbolo de gloria y victoria, en el centro. En la parte superior se lee “Cuerpo de Bomberos de Castro” y, en la inferior “Cuarta Compañía”. Flecos dorados rodean la bandera. Por su confección y estilo, pensamos que fue realizado por las monjas Hijas de la Misericordia.
En cuanto a sus integrantes podemos destacar que uno de su período histórico más relevantes como Compañía fue durante la primera mitad de los años 60, no sólo por contar con excelente material mayor sino porque sus miembros dirigían la institución a nivel de Superintendencia y Comandancia máxime, con la consecución de varios logros. Para alcanzar tan destacado nivel aparte del continuo trabajo en todas las actividades de Compañía, contaron con una agrupación de bomberos que durante el decenio 50 cimentó las bases para ello; así descollaron por su servicio en 1951 su respetado Capitán, Armando Barría; el ayudante Mario Bórquez en 1950, entre tantos otros. Indicamos que en 1956 anotaban 32 voluntarios activos y un miembro honorario, sin duda un destacado número que refleja la importancia alcanzada por la Cuarta Compañía. En el año 1961 la oficialidad, heredera de los hombres visionarios de la década anterior, se componía como sigue:
DIRECTOR: Alberto Velásquez Oyarzún.
CAPITAN: Jorge Miranda.
TENIENTE 1°: Alberto Hernández.
TENIENTE 2°: Marmaduque Ballesteros Muñoz.
TENIENTE 3°: José Galindo.
SECRETARIO: Pedro Ulloa.
TESORERO: Héctor Gallardo Haro.
JEFE DE MAQUINA: Adán Cárcamo.
ELECTOR DE PLANTA: José Ruiz.
ELECTO SUPLENTE: Victoriano Abedrapo Mancilla.
Una Directiva que permitió a la Compañía alcanzar notable nivel tanto en la acción ejecutiva como administrativa, sumado a que a nivel general dos de sus integrantes ocupaban los más altos cargos del Cuerpo de Bomberos. Años de gran importancia y consolidación definitiva institucional.
La historia de la Cuarta Compañía se fue estructurando y consolidando, inmerso en la cooperación y superación anual, tal como nos recuerda su altivo lema institucional.
BOMBAS Y BOMBEROS DE LA CUARTA COMPAÑÍA EN ACCION
Como toda Compañía recién formada tuvieron que trabajar con elementos insuficientes durante toda la década del 30. Sin duda una actividad difícil y sacrificada para los primeros fundadores; se usaban las hachas, escalas, baldes, algunas mangueras y pitones entregados por Comandancia, esto entre los años 1933 y 1940. En suma, esfuerzos notables toda vez que se les cernía una gran responsabilidad con la comunidad. Sin embargo, los ejercicios y diversas prácticas constantes les entregaron los conocimientos teóricos t reales para las emergencias, laborando con aquellos mínimos recursos. Al transcurrir dos o tres años desde su fundación tuvieron como material de trabajo un “gallo”; con ruedas de madera, el cual era conducido por voluntarios a los diversos lugares donde se precisaba. Contaba con uniones de bronce y sus respectivos trozos de manguera. Se constituyó en uno de os más destacados elementos bomberiles en el trabajo de incendios. Al producirse una emergencia era trasladada por vigorosos cuartinos, incluso a largas distancias. Se conectaba la unión al grifo y estirándose las mangueras se adjuntaban a un pitón, de esta manera comenzaba el accionar de ataque al fuego. Se recuerda especialmente aquellos cuatro amagos en el mes de octubre de 1935, cuando la Cuarta Compañía con solo dos años de activa participación debió junto a las otras Compañías controlar efectivamente dichos brotes incendiarios a pesar de los rudimentarios artilugios con que contaba el Cuerpo de Bomberos, comparado con otros a nivel nacional. Pese a todo, la voluntad de servir nunca decaía.
Asimismo, el año 1936 fue de grandes incendios. En el mes de marzo, inmerso en el control del fuego que destruía las tres cuartas partes de la ciudad, tuvieron que comprobar la pérdida de su cuartel; los bomberos fueron sobrepasados ante magnitud incendiaria, limitándose a establecer algunos cortafuegos y a la remoción de escombros, pese a los sobrehumanos esfuerzos para detener la ola ígnea. Todo el sector comunitario donde había nacido la Cuarta Compañía fue afectado, desde entonces cambió la arquitectura, el trazado urbano y hasta la vida social se trastocó, ya que los mayores estragos se produjeron en tal barrio. Hoy sólo los recuerdos de la fotografías de antaño permiten apreciar la importancia de aquel estratégico sector antes del incendio. Muchas casas de los propios voluntarios se quemaron, incluso la del activo Director fundador; es preciso acotar que los cuartinos y bomberos de otras Compañías trabajaron en la medida de sus posibilidades, salvaguardando vidas y bienes, a pesar de los rudimentarios recursos para laborar.
En octubre del mismo año, la calle gamboa sufre la pérdida de 11 casas. Unos pavorosos incendios nocturnos sumados a la enorme pérdida de materiales ocasionada por siniestros anteriores complotaron adversamente contra la vecindad. Nuevamente las Compañías se hacen presentes y pese al tremendo daño material, el trabajo realizado fue efectivo, pudiéndose controlar y evitar la propagación. Puntualizamos que los cuartinos desde su Cuartel nuevo, en calle Balmaceda, recientemente reubicados allí, tuvieron su bautizo de fuego en un sector que comenzaría a incorporar a su acción paulatinamente. Su famoso gallo a toda prisa es conducido al lugar, iniciando el activo trabajo bomberil. El año siguiente, otro incendio de magnitud en calle Serrano, de iguales características provocó el desplazamiento de bomberos y máquinas en idéntica situación. Sin duda, los años 30 serán rememorados como de los grandes incendios y constituyó una auténtica prueba para la Cuarta Compañía que a pocos años de servicio, demostró con creces su capacidad como Compañía de Agua y refuerzo vital para el Cuerpo de Bomberos, comprobándose en la práctica los ogros y eficiencia alcanzados.
Corolario de esta magnitud incendiaria y consciente las autoridades a nivel nacional así como bomberiles de la urgente e imperiosa necesidad de dotar con material mayor para contrarrestar tantas emergencias vividas, se destinó al Cuerpo de Bomberos una bomba que se construyó al poco tiempo en la salvaguardadora de los bienes castreños y, producto del excelente desempeño organizacional de la Cuarta Compañía pasó a depender de esta Compañía, satisfaciendo la necesidad sentida por sus integrantes para disponer de material mayor. Así, todas las Compañías castreñas contaban cada una con su pequeña bomba de redistribución, técnicamente antigua y ya utilizada en otros Cuerpos de Bomberos, pero para Castro constituían un gran adelanto.
Entonces a mediados de la década del 30, por las gestiones relevantes del Directorio, se recibieron las buenas nuevas de la llegada de la bomba. El Cuerpo de Bomberos formado la esperó en el puerto local, al llegar vía marítima en alguno de los famosos vapores de esa época; fue conducida a la plaza, centro público por excelencia, donde es bautizada y probada inmediatamente en un ejercicio demostrativo, comprobándose su capacidad de presión de agua y rapidez en la acción. La comunidad que se encontraba allí junto a los bomberos, satisfechos y emocionados, comentaba sus detalles técnicos, maniobrabilidad y, sobre todo, la seguridad que implicaría en las emergencias. Desde ese momento se incorporó formalmente a la institución bomberil.
Era una bomba manual, tipo carretón, con motor de explosión interna a bencina sobre la estructura, de 4 tiempos, marca Gorlitz G. A. Fischer, de cuatro cilindros. Poseía un cuerpo de bomba en la sección posterior, totalmente de bronce, con manómetro de presión de salida, cebador y los elementos técnicos complementarios.
Estaba dotada de 6 chorizos, 2 salidas de agua para mangueras de 70 m/m. Importada por la firma Folsch y Cía. de Valparaíso. Una verdadera sensación fue para la época y debía ser conducida por bomberos de fuerte contextura quienes la tiraban desde un pértigo metálico pito lanza moviendo así sus dos ruedas recubiertas de una huincha de fierro. En medo de la emergencia y con los bomberos corriendo alcanzaban gran velocidad, y los voluntarios se reemplazaban o turnaban para que no minimizara dicho impulso. El material menor; mangueras, pitones, gemelos y otros accesorios eran conducidos a fuerza de brazos o en cajoneras ad hoc.
Con tal bomba se efectuaron excelentes trabajos, respondió eficientemente por más de 16 años a las exigencias sometidas, siendo muy estimada por los cuartinos que la apodaron cariñosamente como “la burrita”, cumpliendo con notable regularidad, razón que motivó que se convirtiera en el orgullo de los cuartinos. Esta denominación se explica ya que para comenzar a funcionar, al momento de encenderla, se taimaba t era porfiada para partir como decían los voluntarios. Fue su principal elemento de apoyo en todas las contingencias y, sus maquinistas y técnicos se desempeñaron en cuidarla, repararla, empavonarla y adornarla, obteniendo el mejor rendimiento, constituyéndose en el centro neurálgico de la acción, y bomba vital en los diversos servicios bomberiles.
Hasta la segunda mitad de los años 50 asistió impulsada por los voluntarios que acudían a todos los llamados, éstos a su vez trasladaban mangueras y pitones para el extendido del material. Aprendieron con aquellos permanentes ejercicios a proceder con notable rapidez y complementarse en el traslado de la burrita, conectar los chorizos al grifo o pozo para surtirla de agua y al mismo tiempo iniciar la línea larga de mangueras con su correspondiente pitón accionado con la presión de la bombita, para que surgieren fuertes chorros de agua a los lugares siniestrados o en su caso a los sectores contemplados en los ejercicios. Esta actividad llegó a ser cotidiana y los cuartinos sabían que a medida que lograban mayor perfección más seguridad otorgaba a la comunidad. Paulatinamente la bomba comenzó a ser reconocida por el vecindario y estimada por su capacidad, por ello los constantes cuidados, mantención y reparación de quienes estaban a cargo de su servicio, los ingenieros; grupo destacado ya que ellos eran los responsables exclusivos de su manejo y funcionamiento. Para distinguirse usaban una especie de gorro tipo militar, con un número 4 dentro de un círculo al frente, sobre una decoración de bronce alargado como cinta en la parte superior de la visera de plástico. Acotemos que en esos años era vital la operatividad de dichas bombas, toda vez que en Castro era mínimo el parque de material mayor y más aún paupérrimo los elementos accesorios para el ataque al fuego. Por ello, la responsabilidad y sacrificio en cada jornada debían siempre ser redoblados, pese a los inconvenientes.
Entre tantos llamados donde la Cuarta Compañía concurrió en el decenio del 30 y 40 con sus bomberos y la fiel burrita podemos mencionar algunos como el del 6 de noviembre de 1942, donde una casa fue consumida por las llamas, evitándose la propagación a otras, calificándose como bueno el trabajo bomberil. Fecha histórica ya que con este incendio comenzó la bomba a servir en nuestra ciudad y, además su prueba de fuego, comprobándose en la práctica su eficiencia lo que implicó excelentes comentarios por el desempeño de los voluntarios del Cuerpo de Bomberos. El 20 de enero de 1946 otro siniestro de proporciones destruye los edificios de madera entre calle Lillo e Irarrázabal y el 29 del mismo mes un nuevo incendio afecta a bodegas de la avenida Pedro Montt. En ambos se controlan el arrollador avance del fuego, impidiéndose la extensión pese a la destrucción de las propiedades y el vecindario ya sentía la protección y seguridad porque sin duda el nuevo material mayor con sus adelantos técnicos permitía mayor progreso, eficiencia t rapidez, aliado a los bomberos que se empeñaban año a año en responder mejor a las contingencias.
Ellos eran los auténticos artífices en lograr el control incendiario, optimizando su servicio al contar con mejores elementos, aunque como decíamos ya sobrepasados técnicamente por nuevas máquinas, como el caso de la burrita. Sin embargo, era un verdadero hito tecnológico, un artilugio de carácter prometeico porque sometido al máximo de sus exigencias siempre descolló en la acción. Gratos recuerdos tenemos de esta bomba pequeña cuando a toda prisa con los voluntarios tirando de ella era arrastrada por la empinada calle Blanco dirigiéndose a los incendios del sector; imaginémonos cómo serían los esfuerzos de los cuartinos para bajarla por dicha cuesta en medio del fragor con la rapidez requerida para la ocasión, como en aquel siniestro de la madrugada del 1° de julio de 1950 en calle Magallanes conduciéndola desde su Cuartel al lugar, más de 7 cuadras de distancia en la noche, corriendo junto a ella y proceder al trabajo para apagar el incendio. Remembranzas todas que nos permiten interpretar los esfuerzos de antaño y, además aclarando y globalizando que sólo mencionamos algunos llamados de emergencia, ya que fueron muchos más en donde la burrita demostró su clase bomberil para beneficio de los bomberos que la operaban y de la ciudadanía toda.
En el año 1950 las únicas máquinas del Cuerpo de Bomberos eran el Ford A de la Segunda Compañía y la bomba manual de la Cuarta Compañía, y existía preocupación por su mantención, por ello en virtud de una orden de Comandancia a fin de que el Inspector de Máquinas revise dichas maquinarias concluye que la bombita de la Cuarta Compañía está en perfectas condiciones para laborar, y recomendaba que tres veces por semana durante cinco minutos la hagan funcionar para su mantención. Así se tomaban las precauciones necesarias, sabiendo la importancia del aparato para proteger la vecindad. Transcurren seis años y ya se sentía el desgaste mecánico de la burrita tras más de 15 largos años de servicio activo. Se iniciaban en este último lustro los efectos mecánicos anómalos pese a los constantes cuidados de los cuartinos, ya la bombita no respondía, debiendo quedar fuera de servicio a mediados de 1956. Profunda pena por el destino inexorable del tiempo que concluyó con la vida útil mecánica pero, enorme satisfacción al haber formado parte de su material mayor respondiendo efectivamente a la misión bomberil encomendada, sintiéndose la admiración y reconocimiento comunitario por la burrita que llenó de gloria jornadas intensas donde los cuartinos demostraron su real valía.
Esta máquina fue muy estimada y apreciada, transformándose el legítima reliquia del Cuerpo de Bomberos de Castro. Estuvo un tiempo guardada en la sala bodega de la Compañía, empero se iniciaron trabajos de toda índole para restaurarla y conservarla como preciada bomba. Era la deuda que estaba pendiente y hoy se mantiene en su forma original, funcionando, siendo un de las reliquias bomberiles más sentidas y representando un tiempo de sacrificio y parte importante de la historia de la Compañía donde tuvo un dignísimo papel de servicio. Se encuentra orgullosamente guardada en el Cuartel de la Cuarta Compañía, despertando las más vivas emociones de aquellos que trabajaron junto a ella y en la generación que compartió aquel tiempo ya ido, incluso se ha presentado en desfiles públicos provocando admiración y respeto, así se valora la tradición bomberil, entregando sentido histórico a las nuevas generaciones de bomberos, junto a la recordada burrita.
Decíamos que al no contar con la bombita desde 1956 a 1961, la Compañía volvió a laborar como lo hacía antaño, o sea a la manera antigua, utilizando el olvido gallo y perfeccionándose solamente en el trabajo de grifos. El 25 de septiembre de 1956, producto del inventario, la Comandancia evacúa un informe donde indica que la Cuarta Compañía poseía 120 metros de manguera para su desempeño y del 13 trozos de manguera delgada para grifos en buen estado. Pasaron seis años en donde el no disponer de alguna bomba no fue obstáculo para seguir trabajando con mayor ahínco y responsabilidad, aunque fuera con las mangueras, pitones y utilizando grifos, sus mejores aliados, realizando un tremendo esfuerzo en el combate incendiario junto a los 32 bomberos que contabiliza en sus filas.
Pese a todo, los ejercicios, guardias, llamados de siniestro y otras actividades continuaban sin decaer, además cooperaban con otras Compañías que contaban con Autobomba, especialmente en los grandes incendios que azotaron Castro durante esos años, entre algunos relevantes el del 15 de septiembre de 1959 en el Convento Franciscano, el 28 de abril de 1960 un incendio en Población Obrera arrasó tres casas en la noche; el 21 de abril de 1961 en Plazuela Henríquez otro incendio afecta a cuatro propiedades hacia la bajada de Gamboa; el 11 de octubre del mismo año se produce el siniestro de mayor magnitud que afectó a la ciudad de madrugada en calle Esmeralda y Chacabuco con 13 casas destruidas. Iniciándose 1962 otro siniestro en calle carrera, consume cuatro casas del sector. Al poco tiempo, el 2 de febrero a las 01:00 horas de la madrugada un incendio de proporciones afecta a calle Lillo, consumiendo 10 propiedades; en todos ellos el Cuerpo de Bomberos demostró su esfuerzo y vocación a pesar de tanta pérdida material. Por su parte, la Cuarta Compañía debió con sus elementos trabajar sin cesar en dichos siniestros, cumpliendo el rol encomendado, extendiendo sus mangueras desde los grifos entre las carreras a gran distancia para acercarse a los sitios amagados. Enorme sacrificio voluntario en estos años de accionar. También les correspondió prestar cooperación y servicio durante el mes de mayo de 1960, tras producirse el terremoto, donde cumplían guardias en diversos sectores, repartían alimentos y vestuario entre tantos otros quehaceres, además de combatir el incendio generalizado producido aquel fatídico día.
El tiempo parecía transcurrir lentamente hasta el anhelado año 1962. Sin lugar a duda es una de las fechas más importantes para la Cuarta Compañía. Acotamos que producto de los sucesos incendiarios y el terremoto, en la ciudad existía plena conciencia en los máximos dirigentes bomberiles y públicos, a pesar del transcurso de los meses, en la necesidad imperiosa de dotar al Cuerpo de Bomberos con nuevo material mayor. Conscientes de la relevancia de poseer así otra bomba que beneficiaría enormemente a la comunidad, el Directorio General inició los trámites respectivos al tomar conocimiento de una serie de máquinas que se importarían especialmente para los Cuerpos de Bomberos. Gestión concluida con éxito y beneplácito total al informarse a la ciudadanía. LA bomba sería asignada a la Cuarta Compañía por razones obvias, las otras Compañías se mostraban satisfechas, ya que así cada institución tendría su propio material mayor y fue satisfacción para los cuartinos toda vez que el Superintendente de ese entonces pertenecía a sus filas. Es preciso puntualizar que se pudo adquirir dicha bomba vía compra con los aportes de la comunidad, Cuerpo de Bomberos y de la propia Compañía; esta campaña se inició apenas comenzaba el año 1962 y fue reforzada y motivada por la propia ciudadanía al comprobar los estragos causados por los incendios a principio del mismo año. Se preparó con antelación la institución esperando la llegada de la nueva bomba.
En el mes de agosto se divulga un concurso público para participar en la selección del diseño de un banderín alusivo a la bendición del carro bomba mencionado. El diseño favorecido por el jurado, conformado por el Directorio General, obtendría un premio de E° 20. Así el 8 de septiembre se dilucidó el concurso y se confeccionó un atractivo banderín que en la parte superior estampaba una bomba Magirus y en la inferior el escudo de armas a la ciudad de Castro, con la leyenda siguiente: Cuerpo de Bomberos de Castro, fundado el 8 e marzo de 1986. Recuerdo Bendición Bomba Magirus, 1962. Estos banderines son divulgados dentro del marco de expectación de la recepción del carro bomba, junto a todo el entorno que implica el ceremonial respectivo; labores contempladas por su Director, Haroldo Ballesteros Cárcamo, y oficiales.
Con anticipación se sabían las características técnicas de la máquina, al ser una partida de ellas las que se importarían, considerando además que la edificación en altura iba en aumento y se requería material mecánico necesario para prevenir situaciones anómalas, considerando tal parámetro.
El carro bomba era lo más moderno en material mayor, de marca Magirus Deutz, confeccionado en la misma firma germana, con capacidad para 2.500 litros de agua sobre ruedas y con un sistema especial para utilizar elementos químicos, de procedencia alemana, fue transportado desde el puerto teutón directamente vía marítima hasta Castro. Poseía además una escalera triple de 20 metros metálica y una turbina de bronce; especiales compartimientos para guardado de material y traslado del personal en las pisaderas exteriores traseras, cabina para conductor y acompañante, amplia y segura; un foco reflectante de dimensiones, redondeado, ubicado en un costado superior del parachoques; sirena destellante sobre la cabina, tablero instrumental con manejo de palancas en la parte posterior, donde se afincaban la escala de 3 cuerpos y el estanque de agua; dirección manual, excelente caja de cambios que permitía alcanzar velocidades sobre los 100 km/hora. De hermosas líneas aerodinámicas, pintada color rojo; su estructura sobresalía nítidamente desde cualquier ángulo, quedando impregnada en la retina aquella imagen del carro bomba con su escalera superpuesta que se prolongaba hasta la cabina en su sección posterior y cuyos 2 vientos metálicos se juntaban a ambos lados. Verdaderos pértigos de varios metros enturbados. En suma el más vanguardista carro bomba, tecnológicamente dotado con los mejores elementos y quizás el de mayor proyección del sur del país por su excelente desarrollo mecánico. Un auténtico orgullo fue tal máquina para los bomberos castreños. Traída desde la Aduana local vía terrestre por representantes del Cuerpo de Bomberos a nivel nacional y, entregado a la institución castreña en la fecha predeterminada, siendo conducida hasta Llau-Llao.
En el mes de octubre se preparó su recepción y el día 21 se les esperó en el sector de Llau-Llao, ingresando entre vítores, alegrías, bocinas, escoltado por vehículos particulares hasta la Plaza Prats y guiados por la Nissan de la Tercera Compañía. El Autobomba de la Segunda compañía les preparó en la plaza una cortina líquida integrada por cuatro pitones, recibiendo así al compañero bomberil.
Nuestro paseo público colmado de personas y cual fiesta comunitaria presenció la ceremonia de bautizo oficial, denominándola “Bomba Francisco Silva” en recuerdo del destacado bombero de épocas anteriores; os discursos oficiales y la entrega formal del carro bomba a la Cuarta Compañía fueron los eventos más sentidos con emoción profunda. Acto seguido un trascendental desfile de honor culmina histórico día inmerso en las mayores felicidades no sólo a nivel bomberil sino comunitario. Los cuartinos por fin disponían del relevante material mayor y cuantas alegrías, esfuerzos, esperanzas y sacrificios se hicieron realidad aquel esperado día de octubre. Su primer conductor fue Luis Bustamante Bustamente, quién desde su recepción en Castro enseño a otros el manejo, debido a sus conocimientos comprobados como mecánico y maquinista.
Recibieron sin lugar a dudas la mejor máquina de la década del 60 y seguramente la que más sentimientos nobles ha provocado entre los bomberos que trabajaron con ella. Estimación y respeto profundo por la Magirus que llenó una época enfrentándose contra el fuego, dejando inolvidables recuerdos a sus voluntarios pero también a los castreños que tuvieron en dicha bomba a su protector ígneo.
Con este nuevo carro bomba asumieron un valioso compromiso, sumado a la responsabilidad asignada. Se abocaron como siempre a familiarizarse con los mínimos detalles técnicos a fin de obtener el máximo provecho mecánico, y el rendimiento óptimo; para ello los conductores y los ingenieros desdoblaron esfuerzos para que en poco tiempo alcanzaran el mejor nivel no sólo en la conducción sino en las funciones y piezas mecánicas; por cada parte los bomberos cuartinos con los constantes ejercicios se prepararon en los extendidos de material y manejo de pitones considerando ahora que tenían un carro bomba con estanque de agua incorporado para iniciar el ataque al incendio inmediatamente sin necesidad de dotarse con agua para el efecto; también el uso de grifos a fin de otorgar el abastecimiento necesario mediante mangueras a la bomba era otra acción recurrente pero, esto no era todo ya que al mismo tiempo debieron efectuar labores de manejo y buen uso de la escalera metálica no solo para levantarla en aquellos lugares precisos sino en la colocación de los vientos metálicos; todo esto requería adiestramiento, perfección, rapidez y sobre todo complementación de dichas actividades porque con ello no sólo se satisfacía el Cuerpo de Bomberos sino se respondía óptimamente a la comunidad. Entonces en los meses siguientes de su arribo la actividad desplegada por los cuartinos era ininterrumpida y, los ejercicios estables; así, en poco tiempo lograron los objetivos propuestos con las metas bomberiles indicada, estando prestos para la acción.
Por su parte la Comandancia complementó un plan en el sentido de que aquellas bombas con potencial para abastecer de pozo surtir de agua al Magirus, así se coordinaba una labor más eficiente cuando correspondía. Transcurre el año y la bomba iniciaba un activo trabajo incendiario, concurriendo a múltiples emergencias con resultados positivos, siendo reconocido ante la vecindad y, justificando con creces su adquisición. Importante acotar que en octubre de 1963 fallece el destacado bombero Francisco Silva, y con cuanta justa razón se bautizó con su nombre el Magirus que, junto con la institución formada acompañaron en el funeral más todas las ceremonias de rigor realizadas. Gratitud y sentido homenaje al voluntario que descolló por su sacrificio, responsabilidad, siendo ejemplo vivo para tantas generaciones. En este mismo sentido, recalcamos que producto del deceso del estimado, valorado y eficiente Ex Superintendente Eduardo Ballesteros Muñoz, aparte de rendirse todos los honores correspondientes sumado al reconocimiento ciudadano como fundador de la Cuarta Compañía con la que tanto se identificó y su rol exitoso desempeñado como oficial de Compañía sino también a nivel del Directorio, se acordó unánimamente colocar una placa de bronce recordatoria en la puerta del conductor de la bomba Magirus que ostentaba el nombre del rememorado bombero. Desde entonces lucía dicha distinción honrando la memoria del bombero fundador como símbolo señero de quien dio tanto de sí por la institución, como pocos. Hoy dicha placa se luce orgullosa en su sala de reuniones.
Decíamos que durante el decenio del 60, esta bomba alcanzó el mayor grado de operatividad y la clásica salvaguardadora, asistió a la mayor parte de los llamados de incendio u otros servicios, formándose una auténtica tradición que pocas máquinas logran durante su vida útil. El Magirus ostentó dicha identidad otorgada por la propia comunidad. Fue en esa década donde se producen grandes siniestros y otros hechos destacados. Entre algunos que recordamos puntualizamos en el mes de diciembre de 1963 cuando un incendio de magnitud afecta calle Lillo siendo controlado por la efectividad de la bomba en ataque directo al fuego con sus pitoneros coordinándose en la acción con la Nissan y, siendo alimentados de agua por el Ford A, en este mismo sector durante el mismo mes otros dos siniestros son extinguidos rápidamente. En 1964 destacamos la conmemoración del Día del Bombero y la ubicación de la primera piedra de la futura construcción del Cuartel Central; un imponente desfile de los voluntarios y del material mayor entrega el mejor marco para trascendental día; el Magirus cual figura señera es conducido ufano por Plaza Prats demostrando su valía. El año siguiente es rememorado por aquellos incendios marítimos; en el mes de enero y febrero respectivamente, dos grandes lanchas son consumidas totalmente sumado al material combustible que portaban, peligrosa acción donde los bomberos a riesgo de sus vidas extinguen los focos ígneos que se mantenían; el carro bomba raudo por calle Blanco se desplaza iniciando el trabajo bomberil con alta presión a fin que los pitoneros cuartinos arrojen agua desde mucha distancia, así se evitó una tragedia mayúscula. El 25 de febrero de 1965, a los pocos días, un siniestro en calle San Martín hace intervenir al Cuerpo de Bomberos, esta emergencia fue calificada por la ciudadanía como excelente labor ya que se impidió la propagación a otras propiedades, la bomba de la Cuarta Compañía cumplió un desempeño notable guiado por sus bomberos.
Con motivo de la celebración del 4° Centenario de Castro, en febrero de 1967, es lucido en el desfile de presentación provocando admiración ante tantas visitas ilustres no solo por ser moderna sino por su cuidado y mantención. El 11 de diciembre de 1968 otro pavoroso siniestro de madrugada destruye cinco habitaciones en calle Serrano, también se logró controlar evitando que se extienda a más propiedades, el Magirus con toda su capacidad defiende el sector que le corresponde extinguir en base a sus bomberos. El mes de enero de 1969 el Presidente Frei visita nuestra ciudad, revistando al Cuerpo de Bomberos junto a sus Bomberos que, se galardonearon para tal ocasión; comprobamos en mayo donde dos casas de calle Pedro Montt fueron quemadas íntegramente cómo las bombas y voluntarios en unión limitaron la acción del fuego estratégicamente y, el 6 de enero de 1971 un incendio en calle Blanco moviliza al Cuerpo de Bomberos, en esta ocasión las crónicas nos indican que la labor bomberil fue efectiva donde el carro bomba cuartino destacó como en todas sus actuaciones.
Prácticamente una década siendo el responsable del control de los incendios y otras emergencias en Castro, explicado por ser una máquina notable pero, también al integrarse a una Compañía que supo obtenerle el máximo provecho y, una capacidad de coordinación rápida en el uso del material, extendido de mangueras, trabajo de pitones y grifos. Todo esto se concretizó con el tiempo para que el Magirus sea la bomba por antonomasia de la década del 60. Además es preciso acotar que le correspondió atender emergencias en sectores rurales y Pueblos cercanos donde también cumplió un buen cometido, concurriendo con prontitud y, prácticamente fue la exclusiva en este tipo de emergencias por disponer del estanque de agua incorporado que permitía mayor efectividad y rapidez para accionar. Período en que le correspondió por sorteo, el color blanco, como reconocimiento de su material menor.
Entre los maquinistas más recordados y que fueron conductores de la bomba mencionamos a: Winston Sarrat Nielsen; Andrés Oyarzún Mulatti; Arcadio Velásquez Carrasco; Haroldo Ballesteros Cárcamo; Marmaduque Ballesteros Muñoz, entre otros.
Concluimos que desde du incorporación como material mayor al Cuerpo de Bomberos se reforzó sustantivamente la actividad y, podemos asegurar que se controlaron y se circunscribían los incendios que afectaban a Castro con la acción conjunta de otras Compañías; ya no se numeraban las terribles pérdidas materiales de antaño y enormes siniestros fuera de control pese a que también existieron grandes pero, comparativamente es menor proporcionalmente. Sin duda, el apoyo del Magirus contribuyó a dicha situación en done el mejor servicio voluntario se reflejó en mayor beneficio y defensa de los vecinos locales de todos los sectores.
En septiembre de 1970, las Compañías y el material mayor del Cuerpo de Bomberos participan del bautizo y entrega oficial de la bomba Ford a la Quinta Compañía; paulatinamente el progreso institucional lograba objetivos reales. Con fecha 1° de agosto de 1971, concurrió a recibir a Llau-Llao las nuevas máquinas Berliet pertenecientes a la Segunda y Tercera Compañía, previa limpieza del material mayor retornan las bombas acompañado a sus congéneres e ingresan a Castro con gran algarabía y felicidad. Se renovaban las máquinas para mayor progreso institucional y, en septiembre del mismo año el dantesco incendio que destruyó el edificio de la Gobernación fue el ciclo cumplido del Magirus. Podemos mencionar que aquí completó una brillante trayectoria porque no solo habían máquinas mejor dotadas técnicamente sino por su brillante papel cumplido en conjunto con los bomberos; con su mayor potencia y rindiendo mecánicamente al máximo; trabajó más de cuatro horas continuadas desde el pozo Carreras siendo admiración, revalidando como había demostrado durante los años 60 su adquisición valiosa. Así, en la práctica incendiaria ganó sus galones meritorios de bomba irremplazable junto al material menor que poseía.
Durante los años 70 continúa el activo trabajo del Magirus: incendios, amagos, guardias, ejercicios y otros llamados, secundados por un destacado número de bomberos que basaban todo su accionar en dicha máquina. En este decenio ya presentaba inconvenientes mecánicos, los cuales eran rápidamente solucionados, sin embargo ya se estaba consciente del desgaste mecánico tras una década ininterrumpida de funcionamiento obteniendo el mayor rendimiento. A fines del decenio del 70 se notaban aún más los problemas técnicos y, pese a todo, la estimada bomba proseguía en su permanente servicio hasta 1982 cuando otra máquina la reemplaza.
La Magirus se complementó eficientemente con la actividad bomberil no sólo cuartina sino del Cuerpo de Bomberos y dejó valiosos recuerdos para todos voluntarios; valió la pena haber deliberado a fin de redestinarlo a la Cuarta Compañía en ese entonces, ya que venía asignado otra Compañía. Completó una época fructífera para la comunidad que vieron en ella a su defensora, siendo la última bomba con características tradicionales; integró esa especial agrupación de máquinas que con orgullo puede decirse ostentan tal prestigio, ganado por su descollante servicio bomberil. Sin duda estamos ante una de las mejores máquinas en la historia del Cuerpo de Bomberos de Castro, apreciada, valorada, dignificada y, sobre todo, que cumplió como pocas en rol asignado al transcurrir sus años en nuestra ciudad. Es en suma otra bomba con identidad e inolvidables remembranzas. Y, como puntualizan tuvo destacada participación en la adquisición de la bomba el bombero de ese entonces Dr. René Tapia Salgado, de la Segunda Compañía.
Estuvo bajo la dependencia de la Cuarta Compañía hasta el 19 de septiembre de 1985, fecha en que es trasladada al Cuerpo de Bomberos de Achao, donde prosigue actualmente prestando relevantes servicios; esto es, producto de la redistribución de máquinas. Hasta el presente la bomba Magirus Deutz provoca viva nostalgia a aquellos que sirvieron en ella, al Cuerpo de Bomberos y comunidad en general; su presencia tradicional convive aún en los pensamientos de tantos.
La Compañía necesitaba material mayor que permitiera una renovada labor, especialmente acorde con los adelantos y progresos técnicos de las nuevas bombas. Además otras circunstancias así lo exigían, sumado al ya cumplido ciclo vital de su apreciada Magirus que, con los avances tecnológicos de las modernas maquinarias había perdido capacidad operativa. Es así como en el año 1982 reciben un moderno carro bomba, marca Berliet Camiva 770 KB6, de procedencia francesa, con un tanque de capacidad para 2.800 litros de agua; motor petrolero; cuenta con dos salidas de 70 m/m., una de 50 m/m., y una de 110m/m., más su complemento de escalas.
Excelente máquina que ha respondido a todas las exigencias bomberiles con el cuidado, responsabilidad y mantención de los cuartinos. Resaltamos que esta bomba, tercera en la historia de la Compañía, aún no ha sido bautizada. Fue adquirida con aportes del Gobierno, Cuerpo de Bomberos, Compañía y comunidad; entregada por intermedio de la Junta Coordinadora Nacional.
Con este moderno apoyo han efectuado una destacada labor, participando en todos los actos de servicios. Se ha logrado una óptima complementación con los voluntarios que sabiamente han obtenido el mejor rendimiento del carro bomba, conociéndole sus detalles técnicos, mecánicos y principalmente con los años trabajados con el Berliet Camiva han demostrado una real efectividad no sólo en tantas emergencias urbanas, muchos de envergadura, sino que han extendido la acción bomberil a sectores rurales, incluso a otros pueblos de Chiloé, como Rilán, Ancud y Chonchi. Los cuartinos avalan la importancia de esta máquina con ya más de un decenio de actividades porque ha demostrado ser en la práctica una bomba de calidad, regularidad operativa, de estructura sólida y potencial técnico, como se manifiesta en el presente y en la acción incendiaria. Así se escribe la historia del material mayor de la Cuarta Compañía, impregnada de hechos relevantes, donde hombres y bombas trabajan al máximo de sus capacidades siendo calificados por su desempeño como de óptimo nivel, siempre con aquel espíritu, tal como las otras Compañías, de servicio al prójimo desde 1933 y haciendo realidad en cada jornada de actividad la Cooperación y Superación como indica su himno, dos palabras que representan el sentir de esta valiosa institución.
ASPECTOS RELEVANTES DE LA VIDA INSTITUCIONAL CUARTINA
En estos últimos decenios prosiguen en su caminar de superación institucional, alcanzando notables objetivos apoyados por una destacada agrupación de voluntarios. Han sido años de fortalecimiento donde se vislumbra cómo las nuevas generaciones recogen la experiencia de más de cinco décadas en este accionar bomberil. Entre tantos hechos que puntualizar, es imprescindible mencionar por su importancia que el escritor chilote de fama internacional Francisco Coloane Cárdenas fue socio cooperador de la Cuarta Compañía en la década del 50, sin duda un prestigio para la institución, por la connotación que implica.
El decenio del 60 es recordado entre tantos hechos importantes por la creación de su Himno Institucional, cuya letra fue escrita por el bombero y ex Capitán Álvaro Martín Montenegro y la música lleva el ritmo de la marcha “Los estudiantes pasan”, Gran emoción existió al ser primera vez interpretada por los bomberos que desde esos años acompaña a todas las generaciones cuartinas.
Durante los años 1971 y 1993obtuvieron diplomas por alcanzar la segunda mejor asistencia del Cuerpo de Bomberos; y especiales remembranzas tienen de la conmemoración de sus Bodas de Plata en 1958 con una Romería, acto cívico, sesión solemne y todo lo que implica una trascendental ceremonia como ésta. En el mismo sentido en 1983 conmemoran sus Bodas de Oro, efectúan una presentación pública además de los respectivos actos oficiales, realizan un campeonato de Baby-Futbol, maratón bomberil, muestra fotográfica más un sinfín de otras actividades y la despedida al carro bomba Magirus que pasó a depender de la Comandancia. Evento de trascendencia que implicó reconocimiento ciudadano y proyección provincial.
Un galvano de reconocimiento rememora tal evento en su sala de sesiones por aquellos 50 años, además en ese tiempo idearon la insignia institucional con todo su simbolismo.
En estos años y como ha ocurrido históricamente, importantes hombres han desempeñado cargos en el Directorio General, enorgulleciendo a su Compañía con un excelente desempeño. Podemos mencionar entre otros a Arturo Antóniz Miranda, Director y Vicesuperintendente y Miembro Honorario; Haroldo Ballesteros Cárcamo, Vicesuperintendente, Tesorero General, Miembro honorario; Exequiel Ulloa Pérez, 2° y 3° Comandante; Ignacio Tapia Gatti, tesorero General por 17 años, Miembro Honorario; Jorge Ballesteros Díaz, Pro-Tesorero General más de 10 años, Miembro Honorario; Rodolfo Montero Aled, 3° Comandante; Alberto Velásquez Oyarzún, Director y Miembro Honorario; Luis Santana M., Jaime Cárdenas Pereda y Mauricio Aguilar, todos ocuparon el cargo de Pro-Secretario General. Otros Honorarios que son ejemplo de abnegación; Juan Sánchez Mansilla; Luis Cárdenas Osorio; Jabino Díaz Vargas y Victoriano Abedrapo Mancilla, aún activo. Por otra parte por varios años sus bomberos han servido en el cargo de Ayudantes Generales, puntualizamos en los bomberos Juvenal Díaz Aguilar y Richard Díaz Álvarez. Todos ellos estimados y rememorados hasta el presente; reconocidos por su entrega y servicio en años recién pasados, empeñados en el constante mejoramiento y perfeccionamiento de su Compañía así como el Cuerpo de Bomberos.
Es destacado recordar al cuartino de décadas anteriores Francisco Cárcamo Velásquez, quien tras retirarse como bombero después de varios decenios y antes de su fallecimiento dejó en su testamento parte de una importante propiedad a la institución. Sin duda un gesto enaltecedor, hoy su retrato decora la sala de sesiones cuartina.
Mención especial merece Héctor Gallardo Haro, actual Comandante, quien ocupó todos los cargos en la Compañía y también ha sido 2° y 3° Comandante por más de catorce años en el Directorio General, hasta ocupar el máximo cargo ejecutivo bomberil, con una brillante hoja de servicio. En este aspecto junto a otros dos ex Oficiales Generales han obtenido Medallas al Mérito por más de 10 años de permanencia en el Directorio General. Sus voluntarios actuales integran la Unidad de Rescate Vehicular, y el Capitán Fabián Gallardo Torres, de dicha agrupación, pertenece a sus filas; también los Ayudantes.
Generales del Cuerpo de Bomberos y sus oficiales administrativos como ejecutivos han sido elegidos como mejor Capitán y el mejor Director. Verdaderas familias han engrosado las filas cuartinas, formando una tradición que aún perdura.
La Cuarta Compañía cumple permanente servicio en desfiles, guardias, emergencias, ejercicios, ceremonias aniversarias, y en todas las actividades que organiza la institución. Por ello, efectúan una variedad de acciones que les permiten interactuar con la comunidad local e ir obteniendo los preciados recursos para conseguir distintos logros. Aparte de sus Socios Cooperadores, las rifas, ramadas, bailes sociales, curantos, peñas folclóricas, bingos, han sido eventos donde participan activamente, ya sean coordinados por la propia Compañía o el Cuerpo de Bomberos. Entre los actos relevantes tenemos que por 10 años consecutivos realizan el Campeonato Comunal de Baby-Futbol con la participación de unos 300 deportistas cada año y más de 800 personas asistentes por jornada durante dos meses, Abril y mayo. También organizan una ramada y baile social de Fiestas Patrias; su gran rifa navideña ya tradicional en Castro, y fueron los organizadores durante tres años del Festival de la Voz. Son poseedores de un módulo gastronómico en el Parque Municipal donde se efectúa el Festival Costumbrista Chilote, participando en tal evento internacional. Además realizan onces infantiles navideños para los hijos de voluntarios, entre tantos otros eventos.
Estos últimos años han sido de gran progreso material y humano. En el aspecto ejecutivo mencionamos; grupo electrógeno, equipos de respiración autónoma, motobombas, equipos de radios receptores y transceptores, balizas, focos neblineros, linternas, napoleón, entre algunos. En la década del 80 adquirieron 25 buzos de trabajo color rojo para sus bomberos y actualmente ostentan buzos térmicos grises con huinchas reflectantes, asimismo guantes y botas de seguridad; quepis de color azul con el logo B-4. Administrativamente han formado su Sala de sesiones, instalado mobiliario y elementos accesorios para reuniones, con las comodidades necesarias, donde destacamos que las reparaciones de estas obras fueron efectuadas por los propios bomberos, lo que demuestra de paso la estimación y entrega a su institución. Esta sala también ostenta trofeos y estímulos de competencias bomberiles, además de valiosas fotografías de antaño, testimonio laboral y humano. Igualmente la perfección teórica y práctica ocupa un sitial importante, por ello sus voluntarios realizaron cursos de la Academia Nacional de Bomberos y continúan perfeccionándose en los doctrinales respectivos. Desde 1996 se traslada al Cuartel central del Cuerpo de Bomberos, su nuevo hogar bomberil.
Mencionábamos en párrafo anterior los objetivos materiales que la Compañía ha conseguido desde los años 80, importantes logros para un óptimo desempeño no sólo administrativo sino ejecutivo, que por otra parte se ha visto favorecido por un destacado número de bomberos que estrechan filas teniendo como meta el progreso institucional en todas sus variantes así como el servicio comunitario, Sus Miembros Honorarios actuales, con tal digno calificativo son ejemplo para los actuales voluntarios ya que otrora con mayores limitaciones tecnológicas superior demostrar abnegación y sacrificio en defensa del prójimo ante la adversidad. Pensamos que la década del 60 junto a los años 80 y 90 han sido los tiempos más fructíferos como Compañía, donde se logra una activa coordinación tanto en el aspecto humano organizacional como en los adelantos de tipo material que permiten entender la importancia de la Cuarta Compañía en la vida castreña.
Así, la historia de los 63 años ininterrumpidos de los cuartinos sigue el camino trazado de continuo perfeccionamiento y responsabilidad, haciendo honor a tantos bomberos que integraron sus filas, apoyados en la tradición y participación local que les permite aferrarse al futuro con seguridad; desde el lejano 1933 para beneficio de la comunidad insular.